En ese lugar no había letrero de entradas agotadas ni había que pagar por presenciar lo que iba a pasar. El que quisiera podía buscar su lugar en las extensas áreas verdes. Acomodarse entre los árboles, subirse a altos muros, recostarse a una pared o sentarse en la grama, ensuciarse de tierra. Allí no hubo lujos, ni zapatos de tacón, ni trajes de vestir.Lo importante era escuchar. Sentir la fuerza de la Orquesta Sinfónica Juvenil Teresa Carreño y del director Gustavo Dudamel, quienes honraron ayer a Caracas y su 442º aniversario con un concierto al aire libre en la concha acústica aún en reparación del parque Los Caobos.
Dudamel, vestido con camisa manga larga y pantalón negro, entró a escena con una gran sonrisa. Saludó al público y tomó la batuta. El canto de los pájaros cedió espacio a las notas musicales de la Suite número 1 de la ópera Carmen de George Bizet. El sonido envolvió a todo el parque, algo que fue cuidadosamente inspeccionado por el ingeniero a cargo: Jhon Pellowe, que trabajó con Luciano Pavarotti (Modena, 19352007) y que fue invitado por el maestro Abreu.
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